Habían pasado pocos minutos de la hora 0 cuando las pantallas de los canales de noticias se llenaron de imágenes del Carpo ¿Qué raro que lo estén pasando? Desafortunadamente no se trataba de una campaña masiva de difusión, Norberto Napolitano, Pappo, había muerto. Lo hizo a su manera, sobre una de sus amadas Harley.
Recuerdo el taller de calle Sargento Cabral donde religiosamente llevaba cada semana sus preciosos tesoros; en el barrio no era raro ver pasar al Carpo un sábado en su estruendosa moto y quedarse horas metiendo mano en el motor. Cuando la tarea finalizaba, entre cervezas y cigarrillos, alguna guitarra aparecía y lograba que todos los pibes de la cuadra, (luego fueron las cuadras), nos juntemos en la puerta del taller del Tano.
Por aquel entonces, comenzaba (o recomenzaba), su etapa solista, Michael Peironel estaba metido de lleno con el tango, (siempre sonó raro eso), y hasta había lanzado una radio. El cuero negro brilloso de Pappo influenció a muchos de los pibes, 7 bandas de rock and blues se formaron en aquel sector de extramuros... el Carpo se reía cada vez que aparecía una más, siempre tuvo eso de barrio, nunca se creyó estrella, aunque así describía su profesión “soy estrella de rock, eso es un laburo”. Su presencia en el barrio no era casual, además de estar allí uno de los talleres más prestigiosos de Harley Davidson (hasta Paolo el rockero llevaba la de él allí) había hecho la colimba con uno de los más pesados del lugar, nadie podía evitar la sonrisa cuando veíamos la foto del más heavy del rock nacional con uniforme.
El Carpo se había ido y todos los recuerdos llegaban como misiles. “No puede ser... No te podés morir”, era la frase que se repetía en el chat de su sitio en Internet. Uno de los más grandes músicos ha partido a pocos días de su cumpleaños 55. Un gran dolor en el pecho de quienes amamos la música. Un integrante más para la gran banda del cielo.
Publicado el 26 de febrero de 2005 en el diario Puntal Villa María
