En regla general, las sociedades tienen un círculo bien concentrado y normalmente estable de personas, pertenecientes o no al ambito cultural, que recorren los teatros, galerías, muestras y demás espacios donde el arte se da cita. Entre ellos están los comunicadores, los políticos, los funcionarios, los agentes y por supuesto los artistas.
Con asombro, función tras función he observado que en las butacas de los teatros, en las salas de las exposiciones, en los recitales o donde sea que el arte convoque, estos personajes no están.
A sabiendas que esta crítica despertará la enemistad en muchos colegas, he optado por ser directo. Muchos periodistas dicen que hubiesen escrito mejor tal o cual cosa, que hubiesen encarado la crónica de esta o aquella manera; incluso hacen lobbie para que se les permita cubrir algunos shows. En criollo corriente: hacen lo posible por serruchar pisos.
Pero ninguno de ellos asiste a los espectáculos, a las exposiciones, a las conferencias... El comunicador, suele pensarse y en las grandes capitales así es, es una persona culta, porque la actividad así lo exige y por propio placer. ¿O será que sólo van si la entrada es gratis?
En cuanto a los funcionarios, muchos, en el plano nacional por ejemplo, asisten para la foto. Saben que allí estarán los medios y que algún periodista se acercará y algún fotógrafo captará para la posteridad su ingreso. En la ciudad, quienes tenemos la fortuna de cubrir los espectáculos tenemos una misión bien clara, los protagonistas son los artistas. Por lo tanto no habrá foto, ni preguntas, ni posteridad. Tal vez esa sea una razón para no asistir, me atrevo a sospechar.
Los responsables de la cultura de la ciudad no asisten. Qué podrá esperarse entonces de aquellos cuyas funciones no están ligadas al arte. Con qué criterio se entablan las políticas culturales desde un escritorio, sin conocer, sin recorrer, sin vivenciar a la propia cultura en los pocos espacios donde hoy se aloja, sobreviviendo al cierre de locales, teatros y la paranoia pos Cromagnon.
Los artistas en algunos casos no van a otras actividades que no les pertenezca porque ciertamente existe un recelo; cada cual cree ser superior y, sin ver, critica.
Cuando se los interroga, (palabra desagradable pero acertada), sobre los motivos por los que no asisten, esgrimen cansancio, falta de tiempo, otras ocupaciones... Pero bien conocen quién está nominado en el Gran Hermano o qué tan dura fue la caída de Wanda Nara mientras patinaba. Hay tiempos y tiempos