Hacía casi dos horas que estaba en la cama, escuchando radio y disfrutando de un franco en que irremediablemente me despierto temprano. El locutor del inicio de la franja de FM leía textual las noticias de un periódico, pero sin citar la fuente; promediando el dial sucedía lo mismo. Reiteradamente sucede esto con el medio en que trabajo, y no se trata de una postura en defensa de la empresa, sino en defensa de quienes trabajamos, que cada día hacemos lo mejor para tener las primicias, para cubrir cada evento que haya en la ciudad y para aportar información fidedigna al ciudadano, sin embargo parecemos parias encerrados en una pelea ajena.
Allí me puse a pensar ¿Qué será la localía para estos tipos?
Localía es defender todo lo que nació en la ciudad, es decir a todo aquel hijo de villamariense por tradición. Sin embargo la mayor parte de los mandatarios son y han sido foráneos, el fundador de la ciudad no es más que un porteño aprovechador, renombradas figuras de la cultura han llegado desde otras latitudes y… pará un poquito… ¿No es esta acaso la tierra que generosamente recibió a los inmigrantes que forjaron la patria chica? ¿No es la Argentina un crisol de razas? ¿O acaso todos estos defensores de la localía son descendientes Comenchingón?
La estupidez no debe confundirse con la localía.
Cuando un hijo del centro del país emprende otros caminos es “un villamariense que triunfa”, cuando alguien viene de otra ciudad a vivir en esta bellísima Villa, es un invasor. Con el mismo criterio, ¿se debería señalar con el índice y menospreciar al cordobés que se afinca en Buenos Aires? Cuando las grandes urbes están sobrepobladas por la cantidad de personas que abandonan el interior en busca de mejores oportunidades nadie dice que son desertores.
Dejemos la hipocresía de lado. Todos somos villamarienses, por nacimiento o elección, pero hacemos lo mejor que podemos para que la ciudad crezca.
El porteño es un cagador, el santiagueño es un vago, el tucumano es ladrón… Que orgullosos deben estar estos tipos de ser tan buenos defensores de la localía…
* obra: Xavier Cortada, La Discriminación No Muere