¿Dónde quedó esa tinta roja que llenaba mis líneas?
Que derramaba la sangre de los inocentes
sobre los escritorios de la burocracia
entre denuncias y protestas del abajo al arriba
¿Es acaso que aquello que me molestaba
de las letras sin compromiso
adolescentes
banales
hoy son parte de mi pluma?
No perdí la sensibilidad
ni se acalló mi bronca
pero encontré la musa más hermosa
radiante como la Rolla de Gervex
con la sonrisa de La Durmiente de Renoir
y la tinta roja sangre, negra soledad
descansa en paz
porque ahora sabe que el mundo
puede salvarse
mientras haya al menos
un amor
(como el nuestro)
18 de noviembre: Volver a la caverna
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Originalmente publicado en El Diario del Centro del País, página 2 de la
edición 18/11/2017
*Escribe: Marcelo J. Silvera @MarceloJSilvera *
En la Alego...
Hace 7 años.
4 comentarios:
Ernesto escribió una vez en uno de sus textos: “el hombre tiene tanto apego a lo que existe, que prefiere finalmente soportar su imperfección y el dolor que causa su fealdad, antes que aniquilar la fantasmagoría con un acto de propia voluntad. Y suele resultar, también, que cuando hemos llegado hasta ese borde de la desesperación que precede al suicidio, por haber agotado el inventario de todo lo que es malo y haber llegado al punto en que el mal es insuperable, cualquier elemento bueno, por pequeño que sea, adquiere un desproporcionado valor, termina por hacerse decisivo y nos aferramos a él como nos agarraríamos desesperadamente de cualquier hierba ante el peligro de rodar en un abismo.”
A veces, tal vez, en la vorágine del despiadado e imperfecto mundo de hoy, nuestra visión se turba y no podemos ver aquellas pequeñas grandes cosas que también lo integran; estas mismas pequeñas grandes cosas que tienen la capacidad intrínseca de sanar y salvar. Solo aquellos que logramos desarrollar la sensibilidad ante lo verdaderamente oscuro, aquellos que somos perceptivos ante el más agudo dolor, aquellos que logramos advertir el roce feroz que desgasta los engranajes del mecanismo de las sociedades desiguales, somos los mismos que podemos descubrir también las pequeñas luces que existen en este mundo y aferrarnos a ella como si fuera la escalera que nos aleja del abismo.
El destello de una sonrisa en las alturas o el resplandor de letras vertidas en un simple papel desteñido de una libreta ajada por los años, pueden llegar a convertirse para una persona en una verdadera luz cegadora, que la aleja del eterno eclipse de su existencia humana. Descubrir la poesía de una mirada que irradia amor, lejos de desensibilizar nos conciencia, nos abre el obturador de nuestra máquina oxidada, y nos permite darnos cuenta que lo que creíamos una utopía es factible, real, alcanzable, gracias a la luz de esos pequeños destellos en la oscuridad.
Destruir lo utópico al convertirlo en realidad, puede salvar nuestro mundo, y con ello el de los que están a nuestro lado.
Gato, gracias como siempre por estar pendiente de mi blog y hacer comentarios (que por cierto le quitan protagonismo al post, pero también le da el valor que no tiene).
No voy a entrar en el desmenuzar de tu texto, pero sí quiero dejar algo en claro:
Don Ernesto (Sabato para el que no se dio cuenta), se refiere en esa Fantasmagoria al mero hecho de aferrarse a algo, cualquier cosa, por el solo proposito de no estar solo, aún cuando este algo no es lo que quiere.
Pero en este caso, no se trata de una hierba cualquiera, es talvez el árbol mismo de la vida. Y antes que resguardarme de la caida al abismo, creo, se trata de una salida triunfal con las alas extendidas... con cuatro alas libres al viento.
ja ja ja ... sí, en parte es cierto el comentario que haces. Mi intención con el texto tenía mas que ver con el hecho de demostrar que cuando uno vivencia lo malo, lo bueno se convierte en doblemente bueno. Solo quien cae aprende el verdadero valor y la belleza de volver a volar.
P.D. De todas formas "el árbol de la vida"???!!! (tal vez un trebol de cuatro hojas)
Bueno, bueno! Que manera tan eliptica que tiene esta gatito de decir que le gusto su justa poesia, Marcelo.
Hace bien en aclara, pues Ernesto, a secas, para muchos es el Che, ahora si usted pone Don Ernesto, me creo mas que es Sabato y no el vino de mesa del que tanto abusa gato de metal antes de dar rienda suelta a su lujuria literaria.
Una de dos, o gato de metal abre su propio blog, lo cual es algo que esperamos todos, o gato comenta mas sucintamente y en castellano.
Que es eso de "solo aquellos que logramos desarrollar bla, bla, bla..."?
Bueno, no la hago mas larga. Me gusto su tinta roja de amor, con un bello final.
Y gato, redondee, que no estamos en un curso de retorica ni de filosofia. He dicho.
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