“Siempre somos responsables de lo que no tratamos de impedir”
Jean Paul Sartre
Aunque suene lamentable, ya no asombra oir de algunos periodistas, artistas e incluso funcionarios que trabajan en el ambito, que la cultura se encuentra en decadencia. Habitualmente entienden el término cultura únicamente como las expresiones más elevadas y costosas del arte y descartan de plano un mural en una escuela o los talleres narrativos barriales. Pero, mal que les pese, la cultura goza de buena salud. No es ella la que está en decadencia sino los medios, que optan por mirar hacia otro lado minuto a minuto.
Con estupor vimos como los miembros de APTRA eliminaron el rubro Mejor Programa Cultural-Educativo, para poder introducir al Reality Show en los premios Martín Fierro. Peor aún la pseudo explicación de Carlos Sciacaluga, presidente de la entidad, que lejos de brindar respuestas llenó de interrogantes sobre la decisión de homogeneizar en el rubro Interés General, Cultural y Musical evidentes contenidos de la cultura para las masas. Como dijo Discepolo, un cambalache.
Estoy de acuerdo con que a los intelectuales, a las personas cultas, no les interesa los Martín Fierro, ni competir con los freaks de Susana, degradarse por un sueño o cantar como perro. Pero sin dudas, en un país tinellizado y con sueños de entrar en una casa para no hacer nada por 40 días con esperanzas de ganar 100.000 pesos, aunque más no sea un pequeño espacio donde las miradas de gran parte de los ciudadanos se centran es un importante agente difusor.
La cultura quedó nominada con esta decisión caprichosa de reemplazar programas de alto contenido por productos comprados en la cultura televisiva del sofá y la cerveza en lata, en el marco de una “campaña de embrutecimiento de los pueblos”, tal como lo expresara Adolfo Colombres*.
Estará nominada, pero no fuera de la casa. La cultura proseguirá su camino alternativo a los que Mario Margulis llamó medios de incomunicación de masas, pero esto no quita que la decisión haya sido, cuanto menos, repudiable.
Marcelo J. Silvera
* Manual del promotor cultural. Ed. Hvmanitas, pág. 51
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